martes, 17 de abril de 2012

En el metro

Hoy, iba en la línea 2 camino de Sol cuando han entrado al vagón una madre y un hijo, y se han sentado delante de mí. El crío, de unos 7 años, iba agotado y dejó caer la cabeza sobre el hombro de su madre, que se reclinó sobre él y quedaron así, abrazados. En ese momento el niño me miró, y se apartó de su madre. Por vergüenza, supongo. Retiré la mirada pero no volvió a recostarse. Creo que con su edad aun no sabemos apreciar lo que es tener a alguien que nos preste su hombro para descansar. O para llorar. Espero que aprenda pronto a cuidar esa presencia por encima de miradas indiscretas, sin preocuparse de qué dirán. Me gustaría que tanto él como todo el mundo fuese consciente de la importancia de esa presencia.
Esa persona que te quiere, te mima, te cuida por encima de todo. Que disfrutasen de él o ella, viviesen todo lo que siempre soñaron vivir. Una mirada no debería ser capaz de romper eso. Espero que con el tiempo, poco a poco, aprenda a valorarlo.
Realmente espero que llegue a tiempo. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario