martes, 26 de noviembre de 2013

Quiero decirle que no está siendo justo; que éramos desconocidos; que hice lo necesario para seguir viva, para que los dos siguiésemos vivos en el estadio; que no puedo explicarle cómo son las cosas con Gale porque no lo sé ni yo misma; que no es bueno amarme porque, de todos modos, no pienso casarme y él acabaría odiándome tarde o temprano; que, aunque sienta algo por él, da igual, porque nunca podré permitirme la clase de amor que da lugar a una familia, a hijos. ¿Y cómo puede permitírselo él? ¿Cómo puede después de lo que acabamos de pasar?
También quiero decirle lo mucho que ya lo echo de menos, pero no sería justo por mi parte.
Así que nos quedamos de pie, en silencio, observando cómo entramos en nuestra mugrienta estacioncita. A través de la ventanilla veo que el andén está hasta arriba de cámaras. Todos están deseando presenciar nuestra vuelta a casa.
Por el rabillo del ojo veo que Peeta me ofrece la mano y lo miro, vacilante.
-¿Una última vez? ¿Para la audiencia? --me dice, no en tono enfadado, sino hueco, lo que es mucho peor.
El chico del pan empieza a alejarse de mí.
Lo cojo de la mano con fuerza, preparándome para las cámaras y temiendo el momento en que no me quede más remedio que dejarlo marchar.

 Suzanne Collins

miércoles, 20 de noviembre de 2013

Autor: Ernesto Pérez Vallejo
_______________________________

" Si es contigo, corazón, no me importa
hacer el amor con calcetines.

Si es contigo no me importa
arrancarme esta piel mía con las uñas
y tenderla al sol de tu balcón
justo al lado de tu tanga favorito.

Ni que el último cigarro del paquete
se lo fume el viento de poniente
mientras haces de mi boca una trinchera.

No me importa siquiera, amor mío,
hacerte una ciudad con rascacielos
en este vertedero vertebral.

Ni romperme los ojos contra el vidrio
de las gafas que te guardan los eclipses,
ni ser huésped de alquiler por dos caricias
del ático que abandera tus dos muslos.

Si es contigo es conmigo.
Eso lo sabes.

Y no soy yo
si tú no eres.
Mía.

Ni seré
sin un nosotros.

Más que polvo.

Pero si es contigo no me importa
que colecciones mis suspiros por fascículos
o le pongas nombres ridículos a mis cicatrices
o te inventes un atajo que me lleve
desde el borde de tus labios
hasta tu ombligo.

No me importa cumplir años si es contigo,
ni que el mar no se asome al dormitorio,
no me importa destruir abecedarios
e inventarte un idioma en las pestañas
si el silencio se hace un trío en nuestra cama.
No me importa más que tú en esta vida.
y pasaba por aquí, por tu cintura,
y he pensado…

¡Qué mejor que recordarlo!"

- Si soledad no fuese un nombre de mejor, entonces sí que sería una putada


jueves, 7 de noviembre de 2013

La verdad sobre ser una zorra



Yo soy una zorra. Una zorra muy puta. Eso dice un montón de gente. La gente que lee mi blog y no está de acuerdo con su premisa. Gente a la que no le gusto. Mujeres que piensan que el sexo es asqueroso. Chicos que buscan una chica que puedan presentar a sus madres y piensan que como yo hablo abiertamente sobre sexo, no me gustan las cenas familiares o las madres.
Hay muchas razones por las que piensan eso. Me he acostado con un par de chicos. Más de 10. Más de 20. ¿Quieres seguir adivinando? He escrito mucho sobre mi vida sexual. He compartido historias personales porque pensaba, y pienso, no solo que escribo bien, sino que era una buena historia. Una que todavía creo que tendrá un final feliz en algún momento de todo este drama de emails de odio que incluye una nota en el parabrisas del coche de mi madre que decía: "Espero que estés orgullosa de la puta que has criado".
Hace poco empecé a ver la serie de Aaron Sorkin The Newsroom. Al principio no me gustaba el personaje de Sloan Sabbith. Esa presentadora economista excepcionalmente atractiva, increíblemente inteligente, siempre armada con una respuesta inmediata ingeniosa.
Ví el episodio del domingo pasado [ATENCIÓN, SPOILER]. Hubo dos momentos que me atraparon. Maggie pregunta sobre Sandra Fluke: "¿Qué pasa con las putas?" El segundo momento fue la difícil situación de Sabbith. Sale con un chico. Él le hace fotos, con el consentimiento de ella, y luego ella rompe la relación. Él sube las fotos a una página web. Todo el mundo ve el cuerpo de Sabbith. Su trabajo está en riesgo. Toda la gente lo sabe. Ella se sienta en una habitación oscura, llorando en silencio y dice: "Me quiero morir".
Nunca pensé que le daría las gracias a Aaron Sorkin. Por yo qué sé, cualquier cosa. Pero en voz baja se las di.
Más tarde, en el mismo episodio, Sabbith se enfrenta al ex que filtró las imágenes mientras este está en una reunión. Le da una patada en los huevos, le pega un puñetazo en la boca, y le hace una foto a su nariz ensangrentada.
La zorra cachonda gana. Y eso, amigo mío, es magia. Porque la zorra puta nunca gana, ya ves. Las chicas de las que se publican fotos nunca ganan. Pierden sus trabajos, pierden su reputación. Se sienten humilladas, avergonzadas. De sus cuerpos. Piden disculpas por ser sexuales en su vida privada. Por las cosas que hacemos en la privacidad de nuestros dormitorios que ninguno hacemos ni deberíamos hacer pero que parece que sí porque, hey, hay 9.000 millones de personas en este planeta y de alguna forma han llegado hasta aquí. Sabbith se sienta en un cuarto oscuro y dice: "Me quiero morir". Porque le dejó a su novio hacer fotos, y él las publicó. Fotos no de ella matando cachorros, o maltratando a niños o violando a ancianos. Fotos de sí misma. Su cuerpo. Las cosas que hay bajo su ropa. Las partes del cuerpo que al parecer son más ofensivas que los dedos de sus pies.
Luego vino Maggie. Maggie dijo todo lo que he estado diciendo durante años. "¿Qué tiene de malo ser una puta?"
A todas nos da miedo esta etiqueta. Y lo irónico es que la mayoría de nosotras (y tal vez esté equivocada, pero estoy bastante segura de que no) hacemos esas cosas de zorra cachonda. Hacemos fotos. Enviamos mensajes calientes por el móvil. Dormimos con nuestros novios. Maridos. Hacemos mamadas. Nos desnudamos. Tenemos vaginas. Las usamos. Algunas de nosotras, a veces, incluso disfrutamos de su uso. Tenemos tetas y pezones y culos. De los que evidentemente todas deberíamos estar avergonzadas. Porque somos las únicas que lo hacemos. ¿Me escucháis, todas las mujeres del planeta? Sois las únicas que hacéis lo que estáis haciendo con ese chico (o chica, o peor aún, con los dos). Y es tan, tan increíblemente doloroso y malo y vergonzoso. ¿Qué? ¿Quieres saber por qué? Oh. Porque... ¿zorra?
El otro día me llamaron zorra en internet, por la billonésima vez. Por un artículo que escribí sobre el oficio de ser barman, nada menos. Como si fuese también un insulto. Yo no soy una ganadora del Pulitzer. ¿Pero sabes lo que soy? Una buena persona. ¿Meto la pata? Claro. ¿Cometo errores? Por supuesto. ¿Grandes? A veces. ¿He hecho cosas de las que me arrepiento? Sí. ¿He hecho cosas de las que no me arrepiento, pero que otras personas consideran que debería hacerlo? Sí. Soy un ser humano. Con tetas. Y una vagina. Y el uso que les dé no es lo que me hace ser buena, o mala. Una vez escribí que si una mujer descubriese la cura para el SIDA, pero al día siguiente saliesen fotos de ella desnuda con un vibrador, ESA es la historia que saldría en las noticias. Porque es evidente, los dildos hacen daño a la gente. (Inserte broma aquí). Porque es evidente, las mujeres que tienen relaciones sexuales hacen daño a las personas. ¿Una mujer haciendo fotos de esas cosas acojonantes bajo su ropa? A ver, no voy a decir que sea igual de horrible que niños con cáncer, pero... sí.
Agradecí en silencio a Aaron Sorkin no porque abriese un debate sobre el sexismo y las mujeres y los dobles raseros. Esa doble moral increíblemente frustrante seguirá existiendo para el resto de mi vida y mucho tiempo después. Lamento romper su corazón, señoras. Agradecí a Sorkin por dar a la zorra cachonda "abierta" el final feliz. Por recordarle al mundo que una puta cachonda a la que le pillan haciendo las cosas (que todos hacen) que nadie se atrevería a hacer, sigue siendo una buena persona. Que incluso con internet y blogs de cotilleos y dobles raseros, las zorras todavía pueden ganar. Y tener su momento para darle una patada en los huevos al chico y hacer que se sienta tan mal por el simple hecho de tener pene, como se sienten muchas mujeres por tener vagina cuando una fotografía privada se publica en internet.

Me niego a pedir disculpas por ser una zorra y escribir sobre ello si consigo que una chica en este país no se siente en un cuarto oscuro y diga "quiero morir" mientras la gente le llama puta. Para recordarle a todo el mundo que las zorras hacen buenas cosas. Hacen deporte y ganan premios y ayudan a los enfermos. Ganan elecciones y juicios. Quieren a sus familias. Son buenas amigas que trabajan como voluntarios en refugios de animales y envían paquetes a los soldados en el extranjero. Le dan al indigente del que todo el mundo pasa diez dólares. Y no lo hacen para que les perdonen ser unas putas cachondas. Lo hacen porque son buenas personas.

@StefWilliams25