domingo, 29 de septiembre de 2013

Eyes

Over pushing myself to finish this part,
I can handle a lot,
But one thing I'm missing is in your eyes.

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jueves, 26 de septiembre de 2013

7.



Cómo duele echar de menos las caricias, y sentir que el aire te arropa. Ahora me acuerdo de lo que era echar en falta algo y saber que aunque lo tenga enfrente solo lo podré pensar. Necesitaba unos días de desconexión para aclarar, y gracias al espacio lo he podido conseguir. He notado como por las noches el frío calaba por mis piernas y recordaba tu calor. Como cada vez que te he pensado he intentado que supieras que no te voy a fallar ni aún estando lejos. Por las tardes he anhelado nuestras conversaciones y la música prohibida que dejaba pasar. De desear tenerte cerca y franquear los muros que nos impiden demostrarnos la verdad inminente. Que eres tú y no cualquiera el que demostró que el tiempo no separa si no se quiere, y que lo podemos parar para echar un vistazo al pasado y recordar, sabiendo que lo que imaginamos del futuro puede ser real, y también saber que puede que no sea un sueño, que la utopía no lo es tanto si nos ponemos a analizar, y a sentir como un día lo hicimos. Esperar que todo esté bien y que a pesar de los deslices no nos olvidamos. Que amenazamos por miedo a expresar lo que sentimos limitándonos a vivir  una historia con la mitad de las posibilidades. Te pienso y solo necesitaba alejarme de todo para comprobarlo. Para saber que un día me gustaría “alejarme de todo” contigo, y que viviéramos la tranquilidad desde un primer plano. Perdernos por nuestra vivencia distanciando cualquier problema. Hacer tiempo contándonos un cuento, o esperar con hambre a que se haga la comida. Vivir nuestra propia historia y saber que estamos bien al lado del otro, desear que no se acabe ese momento y reinventarnos juntos haciendo del tiempo nuestra pequeña muestra de pasión que podemos controlar, probar del todo el azúcar de las estrellas y gritarles para que bajen con nosotros.
Sé que es esto lo que necesitaba para comprender mi futuro y con quien quiero andarlo. Es muy difícil controlar las sensaciones y señales que nos manda el corazón, pero más lo es intentar evitarlas. Si lo conseguimos quiero que sea contigo, y si nos equivocamos, que sea juntos, así nunca podremos decir que lo hicimos porque sí.




lunes, 23 de septiembre de 2013

Showbiz

Controlling my feelings for too long
Controlling my feelings for too long
Forcing our darkest souls to unfold
And forcing our darkest souls to unfold
And pushing us in to self-destruction
Pushing us in to self-destruction

And they make me, make me dream your dreams
And they make me, make me scream your screams 




domingo, 22 de septiembre de 2013

Pastel de crema.

 Fue bonito mientras duró. Lástima que se haya acabado el pastel y no podamos gozar de su textura y la profundidad con la que la autora me deleitaba. La de horas que pasé llenando mis ojos con la dulce masa, disfrutando del olor, del azúcar glass espolvoreado por encima como si de nieve virgen se tratase…
Largas noches anhelando uno nuevo, intentando pasar cada tarde por la pastelería para ver si ya estaba hecho, mi pequeño caprichito personal, del que no esperaba menos que una sonrisa a la cara y una amonestación escrita en forma de tarjeta amarilla, advirtiéndome de que hay cosas ilegales que no se pueden hacer a los férreos ojos de la moral. Pero muchas de esas veces estaba cerrado, y solo podía ver ante la supervisión de la persiana, una presencia ausente, un cartel luminoso que anunciaba un futuro no muy lejano. La abismal derrota que nos demuestra que no siempre somos efectivos y que unas veces se gana, y otras te toca hacerte el digno y aceptar la derrota de una forma moralmente humillante.
Dado este caso, entonaré mi juramento de derrota y diré: He fallado, si, pero siempre seguiré con la cabeza bien alta, echando de menos aquellas largas horas de conversación para llegar al gélido presente donde ya no está mi pastel, y donde mi barriga ruge al compás de una triste canción. Canción de caídos, canción de aquellos que por querer levantarse fueron mutilados y ametrallados con desprecios del calibre 7’62. Por la presente firmo y sello, con la firma de la añoranza y el sello grabado a fuego en mi corazón, de que ya nunca volveré a encontrar la nieve, ni el suelo de mi pastel, ni siquiera aquel trozo que se quedó en la despensa, sin que nadie se lo comiera, a expensas de manos equivocadas y deseos codificados. Al fin y al cabo estoy en otro nivel, inferior por cierto, ¿Cómo pude pretender entender la gastronomía de tus ojos y aquella voz qué se me hizo presente más de una vez? Pues en cierta manera, y tras haber presentado mi tratado de capitulación sin precedentes, y sin derecho alguno, me rindo de forma oficial. He sido testigo de que, a veces, ese último trozo nadie lo quiere, y que al final termina en la basura junto a todas las inquietudes, toda la espera y todas las ganas que tenías de disfrutarlo. ¿Seré yo ese último trozo?


Lord. OH

Infección.

Estoy cansado de este mundo, sus incomprensibles gobernantes, su forma de despreciar los grandes talentos, la manera en la que se desperdician los recursos, las fórmulas que dirigen a las masas, su precipitado caos informativo, su todavía más precipitado ritmo de cambio, la idealización de los menos aptos como modelos, de inalcanzables metas y pesadas aglomeraciones en autopistas, centros comerciales… Es como si todo hubiera sido cortado por el mismo patrón, como si la única elección que nos quedara estuviese en la ropa que no queremos vestir, la comida que no queremos comer, las personas con las que no queremos estar o los lugares que no queremos visitar… Este proceso es más cercano a un suicidio en masa que a un progreso ya olvidado, aunque parece no importar a nadie mientras sigamos teniendo absurdos avances tecnológicos o científicos, que abren las puertas al desprecio de las emociones, a la desidia y a una terrorífica miseria interior.
Ciudadanos de este negro planeta, bienvenidos a la era más vacía de cuantas nos han precedido, a la época de la muerte individual, de los valores, de la cultura y lo más fatídico aun, de la libertad… Mientras tanto sigan en su silla de oficina, en una cadena de montaje insufrible, estudiando entre muros ciegos donde la lucidez es tan artificial como lo aprendido entre estos o en el sofá de sus casas abducidos por la programación televisiva más aturdidora que pongan. Sufran con gusto la domesticación de la forma más adaptativa que encuentren ¡No sean insurrectos o serán odiados! Sigan tragando, buscando la manera de no-ser que más se les antoje porque, es tan evidente que podemos elegir...
Yo elijo escupir esta mierda que no sirve para nada igual que tu estúpida y cómoda actitud, podría elegir otras cosas si no fuera por su condición ilegal en este mundo de fronteras y desigualdades que importan tan poco como el rumbo que nos conduce cada día hacia la nada más absoluta. Tachadme de enfermo mental si eso os satisface, etiquetadme sin pudor que yo desde el otro lado diré que los locos son todos ustedes y seguiré con mi extravagante camino adireccional. ¡QUE OS FOLLEN!


P.Dubois. 

domingo, 8 de septiembre de 2013

Noche

Llovía. Llovía tanto que la noche estaba ciega. Ciega de llanto, de ira. Ciega de olvido.
Se congeló el aliento y los minutos dejaron de contar mis palabras, que marchitas caían al viento.
Frío, no sólo frío, helado era el hedor que desprendían mis manos asiendo la nada, la nada de tu boca.
La calle húmeda hacía reales mis pasos, que latían acelerando mi pulso, haciendo reales los pensamientos, que lentos se fugan de mi mirada.
Los susurros de sus gritos me hicieron consciente de esa media verdad de sangre, de esas páginas manchadas con tinta de mis ojos, que empapadas intentan convertir palabras en alas para emprender un sueño.
Nada a mi alrededor, oscuridad, lúcida oscuridad en este cementerio de luces amarillas y arcén.
Mi piel se eriza y se realza la marca de Caín que supura mis poros.
Corro, corro con todas mis fuerzas, sin siquiera levantar un pie del suelo. Huyo, grito, lloro, pero nada ocurre.
Nada, la nada es la clave. Es el principio de todas las promesas en blanco que poco a poco borran los pétalos que se desprenden de mis recuerdos.
Mis pasos pesan, casi tanto como mis ansias.
Giro mi cabeza y por fin la encuentro.
Tiritando, mojada, hinchada de lágrimas, henchida de abandono.
En una esquina, sentada, acurrucada entre el olvido y el sueño, encuentro de nuevo mi alma.
Herr Hofmy