lunes, 24 de septiembre de 2012

Fuera de control


Estaba tranquila, pero hasta yo misma me sorprendía de mis lágrimas. ¿Cómo habían logrado escapar? ¿Por dónde se habían filtrado? Si no recordaba mal, me había encargado de retenerlas para que no abriesen la boca y nadie supiera lo que estaba sucendiendo. Pero ellas, vivas y cálidas, se escaparon de entre mis párpados, riéndose de mi y burlando mi estado hasta escapar campo a través por mis mejillas, esperando ser rescatadas y vistas por alguien. Comencé a perseguirlas con la mano pero, ahora, más cansada y lesionada, decidí dejarlas escapar. Al fin y al cabo, si seguían ese camino, ya nadie me distinguiría tras ellas. Ni siquiera sería capaz de rodear el contorno de estas para, a lo lejos, verme tras ellas. Al fin y al cabo, ellas, terminarían por desaparecer y dejar un sabor amargo. Como yo.

Y siguió pasando desapercibida entre el tumulto.

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