viernes, 3 de agosto de 2012

Réquiem sobre el filo.


Un paso en falso y te despeñas como si te resbalases por un barranco sin fondo. Pasos en falso, miradas entrecortadas, palabras abortadas, represiones flagrantes que obcecan todo tu ser, que enmudecen tu alma hasta llevarla al fondo del mar, donde no pueda respirar, donde dejé de ser persona para luego existir como alga inerte. Siempre danzando sobre el filo del cuchillo, al borde del suicidio, de la desesperación. Mi mente enajenada se independiza de mi cuerpo, de mi alma, de mi ser, reivindicándose, rebelándose contra mis sentidos, alzándose contra mis sentimientos y proclamando su propia república. Siempre vagando aquí, allá y en la nada; sin rumbo, sin premisas que me insinúen dónde poder pisar. Las arenas movedizas te atrofian, aniquilan y ahogan, pero tú ya estabas amarrado a esa coja silla de ruedas de la cual eres incapaz de moverte. El barro te atrapa, te agobia, la caída libre toma velocidad y nada puedes hacer para detenerlo, puesto que sabes que, con cada movimiento, te hundirás todavía más en esa mierda, te sientes oprimido. Acongojado miras a tu alrededor pero todo parece incitarte para danzar sobre el filo del que pende tu vida, así que no te obligas a bajar de él, a aferrarte a todo cuanto pueda protegerte y a bajar de él. Olvidado por tu mente, ignorado por tus sentimientos, todo tiembla a tu alrededor. Como en un mar de ensueño creas al son de la música tu propio réquiem para, luego, lentamente dejarte caer. Y lo haces porque ni siquiera tienes el valor suficiente de dar un brinco y cumplir tu mayor anhelo. Volar. Y así te despeñas, así mueres, así te apagas. Por no saber planear.

Publicado en Literalia

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