Lienzo que me arropa, ciega mis ojos y venda mis oídos. No
dejes que se escape mi alma por tus poros, que me mancille el viento, el mar, o
la edad. Ata mis manos con tu fuerza, borra mi mente con tus ritmos. Deja que
tu óleo recorra mi piel y mis sentidos, librándome de todo lo demás.
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