Un paso en falso y te despeñas como si te resbalases por un
barranco sin fondo. Pasos en falso, miradas entrecortadas, palabras abortadas,
represiones flagrantes que obcecan todo tu ser, que enmudecen tu alma hasta
llevarla al fondo del mar, donde no pueda respirar, donde dejé de ser persona
para luego existir como alga inerte. Siempre danzando sobre el filo del
cuchillo, al borde del suicidio, de la desesperación. Mi mente enajenada se
independiza de mi cuerpo, de mi alma, de mi ser, reivindicándose, rebelándose
contra mis sentidos, alzándose contra mis sentimientos y proclamando su propia
república. Siempre vagando aquí, allá y en la nada; sin rumbo, sin premisas que
me insinúen dónde poder pisar. Las arenas movedizas te atrofian, aniquilan y
ahogan, pero tú ya estabas amarrado a esa coja silla de ruedas de la cual eres
incapaz de moverte. El barro te atrapa, te agobia, la caída libre toma
velocidad y nada puedes hacer para detenerlo, puesto que sabes que, con cada
movimiento, te hundirás todavía más en esa mierda, te sientes oprimido.
Acongojado miras a tu alrededor pero todo parece incitarte para danzar sobre el
filo del que pende tu vida, así que no te obligas a bajar de él, a aferrarte a
todo cuanto pueda protegerte y a bajar de él. Olvidado por tu mente, ignorado
por tus sentimientos, todo tiembla a tu alrededor. Como en un mar de ensueño
creas al son de la música tu propio réquiem para, luego, lentamente dejarte
caer. Y lo haces porque ni siquiera tienes el valor suficiente de dar un brinco
y cumplir tu mayor anhelo. Volar. Y así te despeñas, así mueres, así te apagas.
Por no saber planear.
Publicado en Literalia
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