Querida, ¿cómo estás?
Esa es la primera carta que escribo. Por alguna razón estoy bien, un poco acostumbrado a la soledad.
Camino a casa de noche por el parque. Está cubierto de cerezos. Me hacen pensar en ti. Flotando en el cielo oscuro parece que los cerezos estuviesen respirando. Desde que aumentó la fiebre del mundo he ido viendo la distorsión del paisaje. Si es por culpa del amor, seguramente… Algún día estaremos al borde de la muerte.
En el último momento los brotes se van a abrir.
Hola, hola. ¿Me escuchas?
Soy yo, ¿Me echaste de menos?
Los pétalos en mis manos que rezan, quizás te hayan tocado.
De un color brillante los cerezos florecen haciendo sonidos. Voy persiguiendo tu voz, derramando fragmentos de amor. Si hubiese elevado la mirada… hubiese visto la lluvia de flores de primavera.
Empezó a correr un viento tibio, pronto vendrá la lluvia de primavera. Florecen alocadamente, pero… Quien los va dispersando es el destino. Esto se parece tanto al amor… algún día estaremos así.
Termino riéndome nostálgicamente.
Hola, hola. ¿Dónde estás?
¿Hay algo que pueda hacer?
Los pétalos en mi mano que buscan quizás te hayan tocado.
De un color brillante los cerezos florece haciendo sonidos. Nuestras manos tomadas se van soltando. Voy derramando miles de plegarias. Si hubiese elevado la mirada.. hubiese visto la lluvia de flores de primavera.
Con el vaivén de los cerezos voy dejando de ver tu rostro. Desde que empecé a despertar de este sueño imposible sólo derramo lágrimas.
De un color brillante los cerezos florecen haciendo sonidos. Todas las cosas que eran importantes las he ido enterrando bajo estos árboles. Frente a mis ojos, la primavera que nos separó.
Si hubiese elevado la mirada, hubiese visto la lluvia de flores de primavera sobre mi.
Sobre mi.
Suavemente.
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