Querida abuela:
Tengo miedo, mucho miedo. Estoy muy asustada y te echo de menos. La gente se ha vuelto muy loca, abuela. Echo de menos estar contigo en casa y que me cuentes cuentos. Quería preguntarte porqué en tus historias siempre pillan a los malos y aquí no pasa igual. Aquí los malos pueden hacer todo el mal que quieran que nunca les pasa nada. ¿Qué ocurre, abuela? Tú siempre me has dicho que no se pega y se ha de pensar en la otra persona. No entiendo por qué aquí todos están pegando a diestro y siniestro y nadie se lo prohíbe. Abuela, tengo miedo. ¿Ya no somos importantes las personas? ¿Por qué si los que pegan son personas, abofetean y sacuden a otras personas?
Abuela tengo miedo. Mucho, mucho miedo. Los otros niños tenían sangre en sus caras y no dejaban de gritar, pero los malos los perseguían, como si fueran lobos. Sí, sí: como cuando tío Tom y el abuelo iban a cazar. Corren detrás de su presa hasta acabar con ella. Pero, abuela, ¿entre personas también se hace eso? Estoy asustada, abuela. No quiero volver a salir a la calle. Son como los perros que llevaba consigo el abuelo a cazar. Alguien ha soltado a los perros y andan por ahí destrozándolo todo y devorando a las personas.
Tiemblo porque los perros, por fuera, son como tú y como yo. Tienen manos, dedos, nariz, boca y pies. Pero abuela, yo creo que no tienen corazón. Tú siempre me has dicho que las buenas personas no desean hacer mal a nadie y ellos han devorado a los otros niños sin que hagan nada. No sé qué hacer, abuela. Debajo de la cama todo está oscuro y tengo miedo, pero más miedo tengo si salgo fuera.
Frío. También hace frío. Hace horas que tengo frio. Estoy helada desde que vi a los niños correr gritando mientras eran perseguidos por los perros. Abuela yo no soy mala, pero los otros niños tampoco lo eran y han sido castigados. ¿Me van a castigar a mí también? ¿Vendrán a buscarme bajo el somier? He venido aquí porque ya no sabía dónde esconderme…
He oído decir a los chicos mayores que una señora fue la que abrió las jaulas y lo hizo sabiendo que estaban hambrientos. ¿Por qué hizo eso, abuela? Yo no lo sé, pero tengo miedo. Mucho miedo. Te echo de menos. Seguro que si vienes a buscarme y me arropas todo irá mejor. Seguro. Pero ahora, estoy asustada. ¿Y si sueltan a los perros y les dicen dónde vivimos mamá y yo? Yo, como los otros niños, solo tengo libros. Fue por ello por lo que los perros malos se acercaban directos hacia ellos.
Siento estar llorando, abuela, pero les han hecho mucho daño y ellos no habían hecho nada malo. ¿Qué está pasando? ¿Lo sabes tú? Pensé que quizá desde ahí arriba pudieses verlo todo mejor y contármelo. Sí, ahí arriba donde las personas no son tan malas, abuela. Tú decías que las buenas personas iban al cielo… pero, a los que nos pegan, ¿también vamos al cielo? Yo no soy mala y los otros niños tampoco, pero les sacuden y dicen que no hemos sido buenos. Abuela… ven a por mí porque yo, como los otros niños, solo estoy aprendiendo a escribir.
Tu nieta Clara que te quiere.
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