Elihn, Dios en Uno, contempló el Caos con desagrado. Extendió su mano y este movimiento creó la Onda Primordial. Quedó establecido el Orden, que tomó la forma de un mundo bendecido con la presencia de vida inteligente. Elihn quedó satisfecho con su creación y le proporcionó todas las cosas necesarias para desarrollar la vida en adelante. Una vez puesta en movimiento la Onda, Elihn abandonó el mundo en la seguridad de que la Onda mantendría el mundo y que ya no necesitaba un Cuidador. Y las tres razas creadas por la Onda, los elfos, los humanos y los enanos, vivieron en armonía. En su esfuerzo por mantener el equilibrio e impedir que la degeneración traiga de nuevo el Caos, la Onda Primordial se corrige constantemente a sí misma. Así, la Onda se eleva y se hunde. Así, existe luz y existe oscuridad. Así, hay bien y hay mal. Así, llega la paz y estalla la guerra. Al principio del mundo, durante lo que se conoce erróneamente como la Edad Oscura, las gentes creían en la existencia de leyes mágicas y leyes espirituales, equilibradas por leyes físicas. Sin embargo, con el paso del tiempo, una nueva religión se difundió por la tierra. Fue conocida como «ciencia». Propagadora de la supremacía de las leyes físicas, la ciencia ridiculizó las leyes espirituales y las mágicas, tachándolas de «ilusorias».La raza humana, debido a lo corto de sus vidas, quedó especialmente prendada de esta nueva religión, que ofrecía una falsa promesa de inmortalidad. Los humanos dieron a este período el nombre de Renacimiento. La raza de los elfos mantuvo su creencia en la magia y, debido a ello, fue perseguida y expulsada del mundo. La raza de los enanos, muy hábil en cuestiones de mecánica, se ofreció a colaborar con los humanos, pero éstos deseaban esclavos, no socios, de modo que los enanos abandonaron el mundo por propia iniciativa y buscaron refugio en el subsuelo. Con el tiempo, los humanos olvidaron a esas otras razas y abandonaron la creencia en la magia. La Onda perdió su forma, se volvió irregular y uno de sus extremos rebosó de fuerza y poder mientras el otro quedaba débil y sin energía.Pero la Onda siempre terminaba por corregir sus desequilibrios y así sucedió, a un coste terrible. A fines del siglo XX los humanos libraron una guerra terrible entre ellos. Sus armas eran maravillas de la ciencia y la tecnología, y produjeron la muerte y la destrucción de incontables millones de miembros de su raza. En ese día, la ciencia se destruyó a sí misma.Los supervivientes se vieron sumergidos a lo que se conoció como la Edad del Polvo, durante la cual tuvieron que emplear todas sus fuerzas y recursos en la mera supervivencia. Fue durante esta época de penalidades cuando surgió una estirpe mutante de humanos que, una vez acallado el incesante estruendo de la ciencia, escucharon el flujo de la Onda a su alrededor y dentro de ellos. Luego, reconocieron y utilizaron el potencial de la Onda para la energía mágica. Y desarrollaron las runas para dirigir y canalizar esa magia. Los hechiceros, hombres y mujeres, recorrían la tierra en grupos para llevar la esperanza a unos seres perdidos en la oscuridad. Se llamaron a sí mismos sartán, que significa, en el lenguaje rúnico, «los que traen de vuelta la luz».La tarea resultó ingente. Nosotros, los sartán, éramos pocos. Para facilitar el renacimiento del mundo, recurrimos a enseñar a las razas inferiores el uso de nuestra magia más rudimentaria, reservándonos el conocimiento de la verdadera naturaleza y poder de la Onda con el fin de mantener el control y evitar que ocurriera de nuevo la catástrofe que se había producido una vez. En nuestra ingenuidad, creímos que nosotros éramos la Onda. Cuando ya era demasiado tarde, nos dimos cuenta de que no éramos sino una parte de ella, que nos habíamos convertido en una irregularidad de la Onda y que ésta tomaría una acción correctora. Demasiado tarde, descubrimos que algunos de entre nosotros habían olvidado los objetivos altruistas de nuestra labor. Esos hechiceros buscaban hacerse con el poder por medio de la magia. Buscaban el dominio del mundo. Patryn, se hacían llamar: «Los que vuelven a la Oscuridad».Los patryn se pusieron ese nombre como burla hacia nosotros, sus hermanos, porque al principio se vieron obligados a actuar en lugares oscuros y secretos para mantenerse ocultos de nosotros. Forman un pueblo muy unido y son ferozmente leales entre ellos y a su objetivo permanente, que es el dominio completo y absoluto del mundo.Nos resultó imposible infiltrarnos en una sociedad tan cerrada para aprender sus secretos. Los sartán lo intentamos, pero aquellos de nosotros a quienes enviamos entre los patryn desaparecieron y sólo cabe pensar que fueron descubiertos y destruidos. Por eso sabemos tan poco de los patryn y de su magia.Corre la teoría de que el uso de la magia rúnica por parte de los patryn se basa en la porción física de la Onda, mientras que nuestra magia se apoya más en la porción espiritual. Nosotros cantamos y bailamos las runas y las dibujamos en el aire, y recurrimos a transcribirlas físicamente cuando lo dicta la necesidad.Los patryn, por el contrario, se apoyan sobre todo en la representación física de las runas, llegando al extremo de pintarlas en sus propios cuerpos para potenciar su magia.La Onda, por el momento, parece estable. Sin embargo, entre nosotros hay quien teme que los patryn estén haciéndose más fuertes y que empiecen a constituir una irregularidad. Hay quienes afirman que debemos ir a la guerra y detener a los patryn ahora. Otros, entre los que me cuento, propugnamos que no se haga nada para perturbar el equilibrio pues, de lo contrario, la Onda se descompensará en el sentido opuesto.
El Mar de Fuego, Ciclo de la Puerta de la Muerte, Vo
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